viernes, 27 de noviembre de 2009

Letrahue Nº 10: Ausencias


Reseña del hombre hecho de ausencias

Acostumbrado a las ausencias, el hombre no las sufría. Las contenía silenciosas tripas adentro y cuando amenazaban explotar garganta afuera, las empujaba con vino y ellas solitas se adormecían.

- No es tan malo estar lleno de ausencias –decía- Cuando el hambre aprieta, las soledades se instalan en la panza refrescando los ardores del ayuno.

En los ratos de pensar, viboreaban las ausencias buscando adentro su lugar verdadero, ahí entre la garganta y el corazón que es donde suele anidarse la angustia. Entonces florecía el síndrome opresivo desmesurado y veloz como la habichuela mágica en el pecho del hombre solo, que se golpeaba el esternón y las costillas desacomodando el aposento de los recuerdos que duelen. Conjeturaba que las había espantado hacia otro confín del cuerpo porque no era necesario el tiraje de los músculos accesorios del cuello para la respiración, ni sentía el corazón apretado, ni la garganta amenazaba con llorar cada vez que intentaba palabra.

Se durmió el hombre un día, preñado de ausencias. Las privaciones no murieron con él, pero se las llevó puestas, pegadas al alma como un abrojo para no sentirse vacío... y para que nadie tuviera que entorpecer la virtud de estar vivo, haciéndose cargo de ausencias ajenas.

Ejemplo a imitar si los hay, mire...

Carlos Sandoval

Invierno- 1993

Fotografía : Agustin Sandoval

*Nota: El personaje de la foto, nuestro gato Mojo Jojo, fue quien me contó esta historia

sábado, 14 de noviembre de 2009

La luna y el canal grande

Compartan conmigo esta alegría!!

Algunos cuentos de este, mi primer libro, llevan casi veinte años mirando hacia afuera desde el silencio. "La luna y el canal grande" estará en la calle en Diciembre. No se que mas decir, che...
ahi le va un adelanto


...A don Justiniano Lautaro, Dios le había concedido la gracia de conservar el olfato aun después de muerto. Solía acercarse al pueblo de vez en cuando por las noches, para oler flores de contrabando en los jardines, ver la tele de reojo por alguna ventana entreabierta, o escuchar la radio. Sus hermanos de la fosa común aguardaban pacientemente en un claro del bosque, flotando sobre el rocío al que amorosamente llamaban “alma del frio”. Con cada madrugada, Justiniano Lautaro volvía para contar las noticias del mundo de los vivos, hablando con palabras de aire y silencio, porque es así como hablan los muertos.

Llegaba a la población, silencioso y hábil mas que invisible. No era del todo traslúcido como la mayoría de los fantasmas, pero la sombra en las noches lo favorecía. Cuando la cerrazón estaba en pleno, se aparecía acarreando hilachas que habrían sido alguna vez mortaja. Llevaba restos de otras cosas también, que no habían querido desprendérsele del alma y flameaban en su espalda como flecos de barrilete...

Impalpable y liviano se escabullía entre los jardines, arrastrado por su gran debilidad: el olor de los jazmines...

(Fragmento del cuento "Cuarenta y cuatro" dedicado a Victor Jara-Septiembre 2001)


...Un recuerdo fugaz la atravesó cuando hizo pié frente al público: Don Mariano Torres.

De él se decía que era brujo, porque curaba la culebrilla con tinta y ceniza, y para el mal de la tristeza recetaba un fermento de agua y miel macerada durante tres semanas al oscuro. Odiaba los hospitales, la misa y los milicos, pero brujo no era. Rosa y el Mariano solían hablar a los gritos con el cerco de por medio casi siempre cuando la siesta, cada uno bajo el alero de su patio de atrás. Ella dejaba caer sobre un hombro su trenza canosa y larga, se ataba el pañuelo a la cabeza y con el trapo de repasar la mesada agarraba la manija de la pava para no quemarse. Preparaba el mate dulce con una pizca de toronjil para el corazón y unas hojitas de té del burro para avivar la pereza de los intestinos. Él se arremangaba el pantalón, acomodaba los pies descalzos en una palangana de agua fresca y se empinaba una cerveza negra. Cada tanto se daba golpecitos en la panza con la camisa desabrochada, haciendo vibrar los lunares y las manchas de la vejez, en la flacidez de los cueros sueltos del abdomen. Hablaban de que por ahí llovía para la nochecita, que habría que blanquear las paredes con cal para espantar a las vinchucas. Conversaban largo de cosas intrascendentes, coincidían en que ponerse viejo era una porquería y se buscaban con la vista entrecerrada, acentuando las arrugas de los ojos, para mirarse por entre los reflejos de la tierra caliente a esa hora.

(Fragmento de "La rosa del foro"-Junio 2003)

martes, 3 de noviembre de 2009

Carta de Luisa





La Ñaña Luisa Calcumil hace un tiempito golpeó las manos en esta casa virtual...


Hoy me la encontré en la calle y hablamos mucho,

hasta sin hablar, hablamos,

porque Luisa dice desde el silencio tambien.

me enseñaron que a eso le llaman "conocimiento silencioso",

y se escucha con las orejas del alma


Aqui dejo una muestrita de su palabra:

Hola Carlitos: Me encanta como escribís, me gusto mucho tu blog y quienes lo habitan. No soy muy cibernética, no me alcanza el tiempo, porque ando viviendo intensidades, urgencias, a veces muy lejos, otras muy cerquita. Creo que hay tanto para hacer, como lugares y formas, todas necesarias, y vamos tejiendo una matra de mil colores, para abrigar a niños de ojos negros,pardos, verdes, y azules.

"El uso baila, la matra espera

la abuela quiere enseñarnos más

que la memoria de los antiguos

laboriadita va en el telar"


Por estas cuestiones de tiempo precisamente no puedo leer novelas, pero si poesía, y me encantaría tener un libro tuyo, porque entre una cosa y otra, asi como se me hace necesario un mate, manoteo un libro y leo una poesía, para seguir, sin que se me atrofie el alma, o el resentimiento me malgaste el corazón, además a mis visitas les convido mate, a veces tortas, y les leo poesía.Cuando tengas ganas, venite al barrio S.Martín, no soy estructurada con los horarios, asi es que se me puede visitar de mañana temprano, de tarde, de noche y de trasnochada. Buena, muy buena, tu escritura, como vertiente de agua buena. No puse este comentario en el blog. porque no se como hacerlo, por eso tampoco soy de navegar mucho.Juanita Lefiche es la dueña de mi ternura en esta foto.
Luisa