domingo, 23 de enero de 2011

Poesia que busca nombre

Salud, mis escasos y sufridos lectores!!
El blog se tomo una licencia de casi dos meses, y acá estamos de nuevo.
Dejo a vuestra consideracion esta caminata sobre el lomo de la siesta, que aun no tiene título.
Propongo a quien lo vea, me sugiera un nombre para este escrito.
Gracias por leer, che, es bueno saber que están ahi.
Espero sus comentarios y aportes para bautizar este trabajo.
Un abrazo




El compadre camina con la remera en la cabeza,
yo me mojo la frente cada tanto con mi botella de agua fresca
Veo en la tierra suelta el rastro de unas torcazas
que salen de los yuyos
buscando las migas de un paquete de galletitas
que alguien tiró en el camino.

El cemento entubando el canal, le arrebató
la geografía accidentada a las orillas
donde se hace pie para volar desde los trampolines de barro
Ahora hay que ir orillando el agua hasta la ruta seis para volver a lo agreste
y mirar de reojo la frescura transparente del caudal al costado,
cercana,
bellísima,
intocable.

Hace mucho calor para hablar.
Se escucha el andar, el paso apagado y sin ruido
al pisar la tierrita suelta como talco
que se pega en los pies y la pantorrilla,
dibujando una media color tierra
que reseca los tobillos
y cuartea los talones.

El sol rebota metálico entre las piedras
El calor de la siesta te aprieta el cogote y te cierra los ojos
La saliva se seca en la boca,
uno escupe contra una piedra caliente
y el espumarajo
se seca al primer contacto con el pedregullo ardido
… o se clava en la tierra seca
dejando un mini cráter por el que pasa una hormiga
como un astronauta en los suelos de marte.

A lo lejos se escucha un panzazo contra el agua
que suena como un aplauso
ahora los yuyos de la orilla son bien altos,
y huelen a costa sin cemento
a frescor verde
...y suenan a zumbido de panal cercano,
a pájaro anidando entre los álamos
a ramita de viña que creció sola y nadie la arranca,
porque todos picotean de sus racimos

El compadre respira sin miedo a lo reseco del aire
que un kilómetro atrás te dejaba la garganta pastosa.

Llena los pulmones despacio,
porque acá el aire se saborea.
… y sacándose las chancletas para la zambullida,
dice su primera palabra de la tarde
- Llegamos.


Carlos sandoval
23 de enero 2011